Cascadas de Tamanique, La Libertad
Sus pobladores cuentan que los orígenes de esta tierra, vasta de peñascos y montañas, fue hogar para tribus indígenas como los Pokomanes, que se dedicaban al cultivo del maíz en la época precolombina. Posteriormente, fue conquistado por los Pipiles. Después de la invasión española, se le bautizó como Santiago Tamanique.
Tamanique se encuentra ubicado al Sur del departamento de La Libertad, limita al Norte con Jayaque y Talnique; al Este con Comasagua y La Libertad; al Sur con el Océano Pacífico y al Oeste con Chiltiupán. Cuenta con playas en el Océano Pacífico.
Sus municipios vecinos son Talnique, Jayaque, Comasagua y Chiltiupán. Sus dimensiones territoriales se dividen en área rural con 58.89 kilómetros cuadrados y un área urbana de 0.15 kilómetros cuadrados aproximadamente.
Para los amantes de las caminatas y de los espacios al aire libre hay un tour que es ideal para vivir una aventura única en base a la práctica de un Turismo Extremo: Las Cascadas de Tamanique, una caída de agua que se alimenta de los nacimientos de agua localizados a 10 kilómetros del pueblo, en los cerros del mencionado municipio.
Una buena condición física podría ser de mucha ayuda si te decides a visitar este lugar, aunque si tienes fuerza de voluntad y te gustan los retos, este recorrido se convertirá en la experiencia de tu vida.
La temporada ideal para visitar la cascada es en verano, y es que en el invierno, el camino se vuelven peligroso.
Mientras recorres los bosques secos de Tamanique, una pequeña y refrescante brisa te avisa que estás muy cerca de tu destino. Los guías aseguran que son 30 minutos el tiempo aproximado para llegar, siempre y cuando mantengas el paso y no te detengas.
Lo árido de la zona en la temporada seca hace más difícil la travesía, pero las pequeñas estaciones para descansar durante el camino, bajo la sombra de los árboles, te permiten tomar agua, recargar energías y apreciar el paisaje, en especial de los cerros que rodean la zona, entre ellos el Tecolote.
Unas enormes rocas rodean la primera de las tres pozas que posee la cascada, que cuentan con la profundidad perfecta para hacer un «clavado» desde esos peñascos que miden alrededor de cuatro metros de altura.
A unos cuantos metros se puede llegar a la primer cascada, es la más pequeña y tiene una caída de agua de 10 metros de altura aproximadamente.
Desde ahí y si eres intrépido y no le tienes miedo a las alturas, puedes hacer un clavado a la poza que se forma en medio de las inmensas formaciones rocosas. Posterior a esta se encuentra otra cascada con una caída de agua de alrededor de 40 metros de altura.
Llegar a esta no es nada fácil porque hay que descender mucho, no obstante, la tranquilidad del lugar, gracias al sublime sonido del viento, la caída del agua y el cantar de las aves, en donde se encuentra la cascada más grande, hacen que el recorrido valga la pena. Además, las raíces al descubierto de los árboles, algunos centenarios, y las piedras «sueltas» vuelven un poco extremo el viaje.
Una enorme poza recibe el agua que cae cerca de 40 metros de alto. En total, hay siete cascadas más en la montaña, las cuales puedes recorrer si tienes tiempo, paciencia y energías para caminar.